Desde los Austrlopithecus aferensis que citamos en el post anterior, trascurrieron un millón y medio de años, hasta la “aparición” del Homo Ergaster / Erectus (son líneas evolutivas consideradas diferentes, pero en el post los consideraré igual para facilitar el entendimiento).
El clima seguía favoreciendo que las sabanas tropicales donde se encontraban nuestros ancestros siguieran convirtiéndose en zonas desérticas, la mayoría incluso libres de árboles. Los Homo Ergaster eran homínidos bípedos, con una capacidad craneal muy parecida a la nuestra (70% de la nuestra), sus dientes eran más pequeños y el esqueleto facial era ya "bastante humano".
Los Homo Ergaster vivieron en un entorno más hostil que todos sus antepasados. Los alimentos de origen animal empezaron a ser la parte más importante de su dieta: carne, pescado, insectos, moluscos, reptiles pasaron a ser su alimentación principal y los vegetales pasaron a ser un alimento totalmente secundario. Desde entonces, hasta hace unos diez mil años (descubrimiento de la agricultura), la alimentación de los homínidos ha sido básicamente carnívora. El ambiente provocó que aumentara el consumo de alimentos de origen animal con mayor carga energética, y fueran reduciendo la ingesta de vegetales fibrosos, a excepción de algunos tubérculos y raíces. Su sistema digestivo redujo su tamaño y adoptó características parecidas al de otros animales carnívoros. Según el señor Peter Wheeler de la Universidad de Liverpol, el tamaño del sistema digestivo se redujo tanto como se incrementó el tamaño del cerebro, un 20%. Esto permitió aumentar la asimilación de nutrientes, ahorrar energía y tiempo. El cerebro dispuso de mayor cantidad de energía y esto favoreció su desarrollo. No es de extrañar que el ácido araquidónico (carne) y el DHA (pescado) sean ácidos grasos importantes para el correcto desarrollo del cerebro.