El entrenamiento en ayunas sigue estando en el debate científico. Bajo un punto de vista evolutivo, el ejercicio físico en ayunas tiene mucho sentido, y es fácil pensar que por éste motivo, nuestro organismo está adaptado a dicho estado energético y puede ser beneficioso para conseguir mayores adaptaciones (musculares y energéticas).
Según mi opinión, que evolutivamente tenga sentido debería ser suficiente para que como mínimo los profesionales de la salud y la nutrición se plantearan los posibles beneficios de entrenar con las reservas semi-vacías. En enero de este año (2011) se ha publicado un artículo en Journal of Applied Physiology dónde han comparado los efectos del entrenamiento en ayunas versus el entrenamiento in the fed state. Veinte jóvenes voluntarios participaron en un programa de entrenamiento de resistencia que duró 6 semanas (1 hora y media de bicicleta al 70% del VO2máx., 4 días a la semana), mientras recibían una dieta rica en carbohidratos el resto del día. La mitad del grupo entrenó en ayunas mientras que la otra mitad tomó 160 gr. de carbohidratos antes de iniciar el entrenamiento y siguió tomando carbohidratos durante el entrenamiento. El plan provocó un incremento del VO2máx. parecido en los dos grupos y tuvieron un rendimiento parecido en un time-trial de 60 minutos.
Su conclusión es que el entrenamiento en ayunas es más efectivo que el fasted state para incrementar la movilización de los lípidos intramusculares y mejorar la capacidad oxidativa en el músculo (capacidad de producir energía en presencia de oxígeno).
Poco a poco se va demostrando aquello que la evolución nos ha mostrado por necesidad durante millones de años, aunque en las revistas y foros se siga diciendo lo contrario.
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