Que el dopaje es una práctica de uso común en muchos deportistas de élite es una cosa fácil de deducir. Y que muchos casos de positivos se escondan también. De hecho, hace unos meses escribimos sobre el dopaje en el tenis, donde el mismo presidente de la Federación Internacional (el de hace uos años), reconoció que se habían tapado casos de dopaje de tenistas que en ese momento estaban en el Top Ten. Pero lo que no es normal es que un tenista ya retirado (y un ex-número 1), escriba un libro y reconozca que se drogaba.
Ya dijimos en su momento que era muy raro que André Agassi, un gran tenista, se hundiera hasta el 300 de la ATP y un tiempo después volviera al nº1. Muy raro ese retorno lleno de facultades y de fuerza. Algo raro había.... Un deportista profesional que reconozca que tomaba cristal (en teoria mengua tus facultades) y escale 300 puestos, sea un icono mundial, gane Masters Series, y llegue a ser Nº 1 del mundo es que tomaba algo más que cristal y hamburguesas McDonalds (como reconoció en su momento).
Ya que se ha animado a escribir si historia deportiva, podría haber dicho toda, toda y toda la verdad.
De la peluca mejor no hablamos, pero sólo pensar en la final de Roland Garros de 1990 contra Andrés Gómez, dónde nadie sospechaba que utilizaba peluca.... Imaginaros por un momento en un saque que se le cayera la prótesis... Seguramente Agassi no hubiera sido el icono que fue...
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