La sabiduría popular dice que si nos tiramos al agua justo después de comer podemos tener un corte de digestión. ¿Pero esto es cierto?
Habría que matizarlo, pero de buenas a primeros sí podemos decir que aún recién comidos podemos darnos un chapuzón.
La razón de este mito es que cuando estamos haciendo la digestión, nuestra temperatura corporal aumenta y nuestra actividad se centra en el estómago. Con lo cual, si nos tiramos al agua de forma violenta y empezamos a hacer movimientos vigorosos y a nadar rápido, el contraste del agua fría o fresca con la temperatura caliente de nuestro cuerpo + el hecho de hacer una actividad intensa, nos puede provocar náuseas y a partir de ahí tener problemas estando dentro del agua. Lo mismo nos podría pasar si en lugar de estar haciendo la digestión estamos 2 horas tomando el sol: nuestro cuerpo estará muy caliente y si entramos de golpe al agua y esta está fría, tendremos problemas.
El hecho de hacer una actividad intensa dentro del agua, hará que nuestra sangre tenga que fluir hacia las extremidades, pero si estamos haciendo la digestión precisamente nuestra actividad se tiene que centrar en el estómago y no en las extremidades así que tendremos problemas asegurados.
La recomendación es que si nos metemos al agua justo después de haber comido, lo tenemos que hacer poco a poco, progresivamente, mojándonos poco a poco, así el cambio de temperatura no es tan brusco. Y además, sin hacer nada muy brusco ni muy intenso.
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