Tanto la hipertensión como la hipotensión, son dos conceptos que debemos de tener controlados en nuestro organismo. Si comemos bien no tenemos porqué preocuparnos, pero la mayoría de veces nuestros hábitos son tan malos, que no podemos evitar alguna de estas dolencias.
Cuando uno tiene hipertensión o la tensión alta, aumenta el trabajo de su corazón y de sus arterias. Como el corazón tiene que trabajar más de lo normal por mucho tiempo, tiende a agrandarse y posteriormente puede ser difícil responder a las exigencias del organismo.
A medida que se envejece, las arterias se endurecen y se hacen menos elásticas. Esto ocurre gradualmente en todas las personas, aunque no tengan la presión arterial alta.
Pero si tenemos la tensión alta, este proceso tiende a acelerarse. Además, el riesgo de sufrir un derrame cerebral también aumenta si se padece de hipertensión.
La presión alta no controlada puede también dañar a los riñones.
Y esta alta presión no puede curarse, pero sí controlarse, y sus efectos pueden prevenirse o reducirse si se trata y se controla a tiempo.
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